El teatro es una de las artes escénicas más valoradas por actores y actrices. El motivo es simple: la magia que emana de la emocionalidad tan a flor de piel con el contacto directo del público, testigo implacable que refleja el trabajo de los actores de forma inmediata. En el teatro de produce un feedback con el público que no se da en el cine. Una frase o un gesto encima del escenario puede recibir de forma automática una respuesta de los espectadores en forma de risa, suspiro, aplauso, onomatopeya o sollozo. También la falta de emocionalidad en un público frío puede mermar la confianza de los actores, ya que en teatro se viene a sentir y los actores desean sentir, a su vez, que logran emocionar. Hoy en este artículo de ShMadrid queremos hablaros de una obra que se estrenará en breve en la capital cargada de sensibilidad. Una obra que tuvo gran éxito en el cine en la década de los 70 y que trata temas tan humanos como el miedo a vivir y a la libertad.
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Alguien voló sobre el nido del cuco, la locura de la libertad
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Esta obra, llevada al cine en la década de los 70 e interpretada por un excelente Jack Nicholson, está basada en la novela de Ken Kesey, se ha adaptado al teatro por Dale Wasserman y está dirigida y traducida por Jaroslaw Bielski. La compañía que la representa es La Dalia Films. Se interpretará en el Teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa del 11 de octubre al 4 de noviembre de 2018. El argumento gira en torno a un convicto que es trasladado a una institución mental en la que muchos de los pacientes se encuentran cómodos, ya que son incapaces de enfrentarse a la vida moderna.
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Alguien voló sobre el nido del cuco es una crítica a la manera de tratar a los enfermos mentales en los psiquiátricos de la época, que no dista excesivamente de como se les trata en la actualidad. En lugar de dotar a estas personas de herramientas para lograr llevar una vida plena, la institución adopta una postura paternalista en torno a ellos que les extirpa por completo su independencia y sus facultades para valerse por sí mismos, lo que provoca que dejen de buscar su propio camino y libertad y acaben creyendo que la única manera que tienen de sobrevivir a esta sociedad es encerrados, medicados y, si demuestran un ápice de inquietud o disconformidad, se les frena con un «relajante» electroshock. La pérdida de libertad de todos los pacientes de la institución contrasta con el espíritu anárquico y libre del nuevo residente, lo que provoca que el resto se contagien de este comportamiento «rebelde». La paz y serenidad reinante en la institución psiquiátrica, supervisada por una dura e intransigente enfermera jefe y su férreo código de conducta, se van al traste ante la escalada de «comportamientos inapropiados» de los pacientes inducidos por el recién llegado. Llegó la «rebeldía» al psiquiátrico.
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